Manuel Chaves Nogales fue un gran periodista que recorrió la vida española de casi la primera mitad del siglo XX. Nacido en Sevilla en 1897, desde muy joven acompañaba a su padre, el también periodista Manuel Chaves Rey, en las redacciones de los periódicos sevillanos donde éste trabajaba, con lo que aprendió el oficio muy pronto. El amor a la tarea informativa se mantuvo en él en plenitud hasta su muerte en el exilio, tras haber escrito relatos, artículos, crónicas, reportajes, columnas y críticas (recogidos en libros y en prensa), y tras haber entrevistado a reyes y emperadores, presidentes de gobierno, ministros, artistas, toreros, exiliados, terroristas, peliculeros... Entrevistó a reyes y mandatarios políticos y religiosos de proyección mundial, como Alfonso XIII, el emperador Haile Selassie, Humberto de Saboya, Churchill, el arzobispo de Canterbury y el Metropolitano Eulogio, jefe de la Iglesia rusa; a gobernantes como Abdelkrín, Goebbels, los miembros del primer gobierno de la II República; a artistas y toreros como Juan Martínez, Juan Belmonte, Chevalier, Chaplin; a marginados como Ramón Casanellas o Gorguloff, entre otros.

Vivió grandes acontecimientos e informó sobre ellos. Salió de su Sevilla natal en los primeros años de la tercera década del siglo XX, tras haber conocido el resurgir del regionalismo y la preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue redactor en Madrid de los periódicos Heraldo de Madrid, Ahora y Estampa. Obtuvo el premio Mariano de Cavia en 1927. Recorrió el territorio español y estuvo presente en los acontecimientos más significativos de la Segunda República: ocupación de Ifni, revolución de Asturias, brotes anarquistas, visitas institucionales del Presidente y de los ministros, acontecimientos festivos... Contó con la amistad y confianza de Manuel Azaña. Y conoció la realidad europea en sus viajes por distintos países, especialmente Francia, Alemania, Italia y Rusia.

Dos temas destacan en el amplio abanico de intereses informativos de Manuel Chaves Nogales, que son, en definitiva, las dos grandes fuerzas motoras de gran parte de las conmociones sufridas por Europa en la primera mitad del siglo XX: la revolución rusa y sus consecuencias y la presencia en el panorama europeo del nazismo y el fascismo, que el periodista veía como expresión de un mismo talante antidemocrático, tendencias de signo opuesto pero hijas de un mismo sentir totalitario, implacable y destructor. Pero esto, presentido, analizado y desmenuzado en rotundos reportajes, crónicas, columnas y artículos publicados entre algo más de dos décadas (los años veinte y treinta) y en el momento en que los hechos ocurrían, no deja de tener un mérito digno de atención.



Chaves Nogales fue un periodista que quiso informar con la mayor ecuanimidad, sin dejarse arrastrar por extremismos. Estuvo en la línea de lo que defendieron Gide y Malraux respecto a la literatura comprometida en el Primer Congreso Internacional en defensa de la Cultura (París, junio de 1935): intento de superación de extremismos ideológicos en la labor de transmisor de la cultura y la información que tiene el intelectual. Y dentro, igualmente, del "profundo apetito de entendimiento" que advirtió María Zambrano en los intelectuales republicanos en su libro Los intelectuales en el drama de España, publicado en México en 1937.

A los pocos meses del comienzo de la Guerra Civil, Chaves Nogales tuvo que salir de España por haber defendido expresamente, desde un periódico de centro, a la República legítimamente instaurada.

El exilio en Francia, antes que un fracaso, supuso la proyección europea de su quehacer informativo. Participó en el resurgir de la agencia de noticias Havas, que estaba viviendo en aquellos momentos la gran transformación que requerían los nuevos tiempos; conoció de cerca la vida política francesa al trabajar en el Ministerio del Interior francés; colaboró en periódicos como L´Europe Nouvelle, Candide, France Soir, entre otros, e inició la colaboración con periódicos latinoamericanos; realizó emisiones de radio para España y América Latina, que reforzó más tarde con la colaboración con la BBC en el exilio en Londres, donde falleció en 1944 tras haber vivido en plenitud la vida del reportero de la primera mitad del siglo XX.